lunes, 29 de abril de 2013

¿Estamos preocupados por la preparación de los Socorristas? - Are we worried about Lifeguards' training?. Luis Miguel Pascual

Luis Miguel Pascual

Este artículo se publicó originalmente en «ESTELA«, el blog de opinión de AETSAS.

En las últimas décadas hemos sido testigos de enormes avances en numerosos ámbitos, desde los sociales a los tecnológicos y el Socorrismo no ha sido una excepción. Desde 1980, año en que me formé como Profesor de Salvamento Acuático, mi opinión es que el avance más importante se refiere a la propia formación, tanto respecto a lo que se enseña como a la manera en que la información se transmite.

Hemos asistido a una evolución que ha ido añadiendo complejidad y variedad de contenidos y técnicas. Afortunadamente, se ha ido cambiando lenta, pero sostenidamente, desde lo anecdótico, hacia los conocimientos basados en evidencias contrastadas, de tal manera que formarse como Socorrista se ha hecho progresivamente más difícil en la medida de esta complejidad y, más o menos paralelamente, por las exigencias de la demanda laboral. Estos dos factores han provocado un gran cambio en la manera en que hoy preparamos a los Socorristas para desempeñar su trabajo.

No hace falta explicar cómo está organizada la formación de los Socorristas en España, las diferencias entre los currículos formativos y, por supuesto, en la propia filosofía de las organizaciones respecto a cómo forman a sus alumnos. El primer paso, y el más evidente, es lograr que se establezcan unos estándares mínimos para la formación de los Socorristas Acuáticos que estén fundamentados en los requerimientos reales de la actividad que desarrollan y los cometidos y competencias que deben dominarse, tanto en la rutina diaria, como ante una intervención.

Uno de los avances más importantes, la introducción del material de rescate, nos puede servir como ejemplo para ilustrar esta dicotomía y también la evolución de nuestro sector. Frente a un rescate cuerpo a cuerpo, el salto cualitativo que supone la utilización del material, refleja muy gráficamente lo que la evolución de los conocimientos y técnicas a partir de evidencias objetivas aporta a la formación y el desempeño de los Socorristas. Cuando se domina su manejo y se emplea en un rescate, las mejoras abarcan desde las propias prestaciones del Socorrista, hasta el pronóstico de la víctima. A pesar de que es un material ampliamente conocido, recogido en las definiciones profesionales y que se utiliza rutinariamente en la formación de los Socorristas, dónde se enseña su manejo y recomienda su uso, su presencia en determinados ámbitos como las piscinas, sigue siendo testimonial, por no decir prácticamente nula y cuando a través de los reciclajes, testamos la competencia de los Socorristas en su manejo, los resultados son descorazonadores mucho más a menudo de lo deseable.

Por supuesto, en España existen marcos de referencia, como las definiciones profesionales del INCUAL o las legislaciones de las Comunidades de Madrid o Galicia, pero ¿son suficientes?. Como catálogo de competencias profesionales, es posible que recojan los aspectos más relevantes de los cometidos profesionales, pero ¿reflejan la realidad profesional?. ¿Podemos hacer algo para adecuarlos tanto a la realidad, como a los requisitos técnicos?.

Mejorar las acciones formativas que se implementan en las organizaciones basándolas en conocimientos y técnicas contrastadas es una estrategia imprescindible. Pero todavía hemos de descubrir dónde y cómo se producen otros agujeros en el tejido del Socorrismo Profesional por los que perdemos, a veces a chorros, el caudal que tan penosamente hemos ido acumulando.

En mi opinión, conseguir que las normas legales contemplen la formación inicial, pero también su permanencia en el tiempo con la adecuada calidad, o concienciar a empleadores y Socorristas de su responsabilidad en el mantenimiento de un servicio efectivo basado en la competencia profesional de todas las partes implicadas, es sólo la mitad del problema.

La otra mitad, en la que las organizaciones tenemos una responsabilidad y deber ineludibles, pasa por que hemos de lograr transmitir la información adecuada al público que acude a playas, piscinas e instalaciones acuáticas, para que adquiera un sentido crítico respeto de los servicios de Socorrismo y el desempeño de los propios Socorristas y sea capaz de ejercer una presión positiva hacia la excelencia de todo el sistema de formación, prevención e intervención. A medio plazo, la presión de la opinión pública ha demostrado ser el factor decisivo para conseguir que este tipo de cambios se pongan en marcha.

Y es en este punto en concreto dónde opino que las organizaciones que estamos sincera y seriamente preocupadas por la formación de los Socorristas debemos de centrar una parte sustancial de nuestros esfuerzos. Hoy en día, la presión para la mejora y mantenimiento de las competencias profesionales de los Socorristas existe únicamente desde las organizaciones (y no desde todas ni de igual manera), y a ésta deben sumarse, ineludiblemente, las exigencias normativas y la presión social y cultural. Sólo con esta estrategia combinada lograremos que la formación de los Socorristas no sea una preocupación.

Luis Miguel Pascual Gómez es Profesor de Salvamento Acuático desde 1980, co-fundador y Director Técnico-Docente de la Escuela Segoviana de Socorrismo . Ha intervenido como Formador en los Cursos de Profesor de Salvamento Acuático de AETSAS, entidad con la que la ESS colabora desde sus inicios. Es un experto en la docencia del Salvamento Acuático y en la prevención de ahogamientos, ponente en congresos nacionales e internacionales y ha participado como autor en las dos ediciones del “Handbook on Drowning”, el libro de referencia mundial en la materia.

 

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