lunes, 18 de marzo de 2013

Nadando contra la corriente. Cuando el dominio de la natación no es suficiente - Swimming against the tide. When swimming competence is not enough. Kevin Moran

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El papel de las competencias o habilidades en natación puede parecer axiomático, sin embargo, todavía no comprendemos bien su capacidad protectora. Determinar si la competencia en natación tiene un efecto de mejora frente a todos los riesgos de ahogamiento es difícil de afirmar por dos importantes razones.

El primer lugar, en el contexto de la prevención de ahogamientos no hay una definición universalmente aceptada entre los expertos en seguridad acuática sobre en qué consiste la competencia en natación. A menudo se describe en términos de la distancia que se es capaz de nadar, pero incluso entonces, se utilizan varias distancias para juzgar esa competencia, Muchas iniciativas de seguridad acuática establecen arbitrariamente distancias desde 25 a 200 metros para identificar el nivel de natación. En el peor de los escenarios, algunos consideran que superar ese nivel es un pasaporte a la seguridad y entonces se deja de proporcionar educación en natación y seguridad acuática: ¡Error¡, ¡Error¡ ¡Error¡. La educación es un proceso, no un producto y para que sea exitoso ha de durar toda la vida y ser capaz de adaptarse a las siempre cambiantes necesidades.

En segundo lugar, incluso si tuviésemos una definición mutuamente aceptada de competencia en natación y, entonces, fuésemos capaces de hacerla operativa definiendo medidas que se acomodasen a todas las variadas demandas individuales y ambientales asociadas con el ahogamiento, todavía tendríamos que tener en cuenta el hecho de que existe una gran distancia entre lo que las personas piensan que pueden hacer y lo que realmente son capaces de hacer. En el caso del ahogamiento, la idea, atribuida a Henry Ford, de que “tanto si piensas que puedes hacerlo, como si piensas que no puedes, estás en lo cierto”, es muy probable que no sea una actitud acertada.

Es más, este tipo de actitud puede que ayude a explicar la persistente presencia mayoritaria de los varones en las estadísticas de ahogamientos en la mayoría de los países, en particular en aquellos en donde el ocio acuático es popular.

A este respecto, mi argumentación es que los verdaderos asesinos son los que he denominado “las torres gemelas del ahogamiento”: subestimar el riesgo y sobreestimar las habilidades. Afrontar estos dos problemas en los programas de prevención de ahogamientos, puede ser nuestra mejor esperanza de reducir su incidencia, especialmente entre los varones.

Swimming against the tide. When swimming competency is not enough.

While the role of swimming competencies in drowning prevention may appear axiomatic, its protective capacity is not well understood. Determining whether the swimming competency has an ameliorating effect on all drowning risk has been difficult to ascertain for two major reasons.

First, in the context of drowning prevention, there is no universally agreed definition among water safety experts as to what constitutes swimming competency. Swimming competency is often described in terms of distance swum, but even then, various distances have been used to assess competency. Many water safety initiatives establish arbitrary distances from 25 m to 200 m to identify swimming status. In the worst case scenario, having achieved such status is viewed by some as a universal passport to safety and then stop delivering swimming and water safety education – wrong, wrong, wrong!!!!. Education is a process not a product, for it to be successful it must be lifelong and adaptable to meet ever changing needs.

Second, even if we had a mutually agreed definition of swimming competency and were then able operationalize that definition by developing measures that accommodated all the varied individual and environmental demands associated with drowning, we still have to consider the reality gap between what people think they can do and what they actually can do. In the case of drowning, the notion attributed to Henry Ford that “Whether you think you can, or you think you can’t – you’re right” may not be a healthy mind-set.

Furthermore, such a mind-set may help explain the persistence of male over-representation in the drowning statistics of many countries, especially those where aquatic recreation is popular. In this respect, I argue that the real killers are what I have called of the “twin towers of drowning”: underestimation of risk and overestimation of ability, tackling these two issues in drowning prevention programmes may be our best hope of reducing the incidence of drowning especially among males.

Kevin Moran es Profesor En la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda) y es destacado autor de numerosas publicaciones y por su compromiso vital en la prevención de ahogamientos y como investigador y educador. En los últimos años se ha destacado por su visión crítica y avanzada sobre la percepción y prevención de riesgos y ahogamiento en el medio acuático; la conducta de los jóvenes frente al riesgo acuático y en la formación de los Socorristas.

Kevin Moran is a Principal Lecturer in Health and Physical Education in the School of Curriculum and Pedagogy at the Faculty of Education, University of Auckland. Kevin has had a lifelong commitment to drowning prevention as a researcher and an educator. Current areas of research for Kevin include toddler drowning prevention, perceptions of aquatic risk, swimming ability and water safety, water safety knowledge, attitudes and behaviours of youth and other specific populations including rock fishers and beachgoers.

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